Como un osado paseante del viaje interior, así definió el
Premio Nobel de Literatura 2008 Jean-Marie Gustave Le Clézio al escritor
Octavio Paz, durante la conferencia magistral realizada esta tarde de sábado, en el Patio de los Escritores de la Biblioteca de México de La Ciudadela.
En el marco de las actividades de celebración por el
centenario del Premio Nobel mexicano y, a propósito de la exposición De la
palabra a la mirada, en la que se mostrarán por primera vez los libros que
Octavio Paz preparó junto con los artistas plásticos más destacados de su
tiempo, Jean-Marie Gustave Le Clézio habló de su relación con México y de la
figura de Paz.
“El lenguaje de Paz tiene esa aristocracia natural del
idioma criollo, y a la vez el ímpetu y la rapidez de la poesía oral; indígena
que se desarrolló en el Anáhuac a la sombra del Popocatépetl”.
Recordó que durante una estancia en México, recorriendo la
biblioteca privada del poeta José Luis Martínez, se topó con la revista
Contemporáneos donde encontró a diferentes autores como Gilberto Owen, Alí
Chumacero, Carlos Pellicer, Xavier Villaurrutia y Antonieta Rivas Mercado,
entre otros.
“De todos con los que me encontré, el más auténtico, profuso
y audaz fue naturalmente Octavio Paz. Él era un claro hijo del surrealismo y de
las grandes novelas de la literatura prerrevolucionaria como Los bandidos de
Río Frío y, un aficionado a la obra mayor de Fuentes La región más
transparente, pero su autonomía literaria me convenció de inmediato”.
Aseguró que leerlo fue comparable a la lectura de los
antiguos cantares de los Aztecas: una palabra ligera, fluctuante, emocionante,
rítmica, llena de magia y de fantasmas, que lo introdujo a la versatilidad y a
la imaginación del pueblo mexicano, además de destacar su poesía con un sentido
esencial de la filosofía, como en los tiempos presocráticos o en la mitología
hindú.
El escritor francés, ganador del Premio Nobel de Literatura
en el 2008, explicó que la aventura que le preocupó a Octavio Paz toda su vida,
fue la búsqueda de la modernidad y; todas sus palabras, su pensamiento, sus
acciones, lo guiaron hacia esa inquietud.
“Su aventura es explorar al mundo que vive en él,
contradictorio, mezclado, indígena y español, ranchero y catrín; un mundo de
revoluciones y de brujería; de certidumbres y de angustia metafísica, de
fantasmas y de formas”.
Por lo tanto, dijo, no extrae ninguna lección moral porque
no existe la verdad universal “Y después de haber recorrido el mundo (el de
afuera y el de adentro) después de la vuelta, lo único que le queda al poeta es
el instante”.
Manifestó que quizá la obra más significativa de Octavio Paz
sea el libro que escribió sobre su alter ego femenino, Sor Juana Inés de la
Cruz o Las Trampas de la fe que abarca la historia, la reflexión filosófica y
la creación poética.
“La palabra de Octavio Paz está arraigada en el mundo
moderno donde lo mágico y lo racional; el sueño y la pesadilla; el amor y la
violencia son inquebrantables y se entremezclan”.
Agregó que a Octavio Paz se le acusó de antirrevolucionario,
a raíz de sus divergencias con Carlos Fuentes y su condena al movimiento
zapatista “Basta leer Vuelta para darse cuenta de la verdadera audacia del
poeta; su respeto a la libertad es también una desconfianza total de los
sistemas radicales”.
Jean-Marie Gustave Le Clézio, quien habló en un perfecto
español a lo largo de la charla, acompañado del escritor Alberto Ruy Sánchez,
recordó su contacto con la tierra mexicana.
“México nunca me ha sido un país extraño o exótico, lo
encontré desde que era niño cuando me dieron un libro en navidad que hablaba de
las artes indígenas de México, en especial de los aztecas y los mayas, en donde
se manejaba una teoría absurda de que la civilización mexicana había sido
dirigida por las hormigas, a partir de las representaciones de los dioses. Ése
fue mi primer encuentro lleno de
fantasía”.
Sobre su segundo encuentro con el país, dijo que fue durante
su servicio militar, al que fue enviado primero a Tailandia y después a México,
en donde tuvo la impresión de estar en un lugar que de alguna manera ya
conocía.
“Había algo de conmovedor en la vida popular de México;
distinta a lo que viven ahora, de vez en cuando se podía ver a los volcanes, la
presencia indígena, pero también de la española que me impresionó muchísimo y
una cierta aristocracia del pueblo mexicano”.
Por su parte, el escritor Alberto Ruy Sánchez, encargado de
la presentación de la conferencia, abordó la trayectoria y obra de Jean-Marie
Gustave Le Clézio y subrayó tres puntos de confluencia del escritor francés con
Octavio Paz.
“Además del hecho de que ambos recibieran el Premio Nobel,
los une el interés agudo por la sobrevivencia del mundo antiguo de México en el
mundo moderno; reconocen ambos en la poesía del mundo, lo que Octavio Paz llamó
‘la otra voz’, espejo de la fraternidad posible entre los humanos, de la
hermandad”.
También habló de la existencia de la literatura para ambos
como la gran aventura del lenguaje y el conocimiento y; como tercer punto, la
respuesta poética de ambos a los retos de la historia.
“Ambos construyen a lo largo de su vida profesional, una
manera de ser creadores, de estar en el mundo que no cede a la uniformidad de
los partidos, las consignas supuestamente necesarias”.
Doctor en Letras por la Universidad de Niza; novelista,
narrador y ensayista, Le Clézio comenzó a escribir a los siete u ocho años. Con
sólo 23 años, publicó su primera obra Le procès verbal, con la que se impuso en
la escena internacional, ganando el prestigioso Prix Renaudot (1963), el
reconocimiento más importante de las letras francesas; cuenta también con el
Paul Morand y fue elegido, en 1994, el mejor escritor francés vivo por los
lectores de la revista Lire.
Entre sus obras traducidas al castellano destacan La
cuarentena, El africano (ambos en Tusquets) o El atestado (Cátedra).
En el evento estuvieron presentes el presidente del Consejo
Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), Rafael Tovar y de Teresa y
Marie-Jo Paz, viuda de Octavio Paz.
Comunicado No. 507/2014 de Conaculta.
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