22 de noviembre de 2013

Protagonistas y testigos de las letras mexicanas del siglo XX

Fotos: Juan Toledo
  Protagonistas y testigos de las letras mexicanas del siglo XX, en el marco del aniversario de los Fondos Personales Alí Chumacero, Antonio Castro Leal, Carlos Monsiváis, Jaime García Terrés y José Luis Martínez de la Biblioteca de México José Vasconcelos

Rodrigo Martínez y Javier Aranda ofrecieron la conferencia
El historiador Rodrigo Martínez habló de la importancia de la biblioteca de su padre, José Luis Martínez, quien dijo, dedicó su vida a la crítica y la historia literaria, pasando por el México colonial hasta el siglo XX.
Afirmó que José Luis Martínez fue ante todo un autodidacta y junto con su amigo Alí Chumacero, tan ávido de letras como él, recorría la Biblioteca Nacional y las librerías de viejo del Centro en busca de libros y joyas.
"Muchos admiraban su pasión e incluso afirmaban que estaba a punto de graduarse de Alfonso Reyes. Él era buen escritor porque era buen lector y fue uno de los primeros en reconocer el talento de Juan Rulfo y Juan José Arreola como escritores, al igual que el de Elena Poniatowska".
"La biblioteca de mi padre –agregó– contiene todo lo que él necesito para hacer sus libros, pero también todo lo que necesita toda persona con curiosidad por la cultura para ser feliz".
Javier Aranda recordó por su parte a Carlos Monsiváis y dijo que toda biblioteca es una constancia de vida o un retrato que provienen de toda una tradición, siendo en el caso del autor de Días de guardar, un compendio de libros que proviene desde mediados del siglo XIX.
"Las bibliotecas también son una especie de espejo de tinta de sus dueños, por ello cuando uno se metía a la casa de Carlos Monsiváis uno iba viendo que no tenía un orden y que los libros iban invadiendo todo espacio imaginable, incluso las sillas, dejando a los invitados con sólo medio cojín para sentarse".
Recordó que Carlos Monsiváis como cronista buscaba libros que le dieran nuevos puntos de vista sobre los temas que le interesaban, teniendo en su biblioteca zonas muy singulares, como aquella dedicada a los comics, entre éstos Superman y la revista MAD.
Recordó que aun en su desorden, Carlos Monsiváis tenía un ojo muy medido con su biblioteca y sabía exactamente dónde estaban las cosas. Su biblioteca no estaba ordenada en orden alfabético sino por temas.
Y añadió: "Yo quisiera que el público, los jóvenes, recorrieran la biblioteca de Carlos Monsiváis, que entraran de lleno en sus más de 24 mil volúmenes, porque seguramente encontrarán muchos tesoros y muy gratas sorpresas".


Fuente: Comunicado Conaculta No. 2138/2013

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